Certezas para este nuevo desafío.

Hay oficios que cincelan la carne de quien los ejerce. Promover el cambio dentro de las organizaciones comporta el difícil dialogo emocional con los miedos, las resistencias, las frustraciones y ambiciones de las personas, los sistemas y las instituciones.

Con el tiempo aprendemos a diferenciar nuestras emociones de los procesos en los que nos implicamos, adquiriendo un espacio interno mas o menos seguro desde el que poder dialogar con las imbricadas dinámicas de las organizaciones.

Como consultor creo que no se puede facilitar la trasformación sin contactar de forma real con el conflicto que habita dentro de los equipos. La mayor parte de las veces es difícil acceder a nuestros mejores deseos y proyectos, sin el trabajo de transformar y elaborar todo lo que nos tiene retenidos.

Esta profesión me ha dado la posibilidad de cuestionarme profundamente quien soy evidenciando mi vulnerabilidad y la fuerza y el dinamismo que también me atraviesa.

Intentar pensar individualmente en el marco de grupos e instituciones es mi trabajo y tarea , encontrar vías para generar conexiones y vínculos entre los diferentes pensamientos es el arte que cada día tenemos que reinventar.

Soy testigo de todos los procesos donde las organizaciones han podido contener la destructividad desarrollando espacios creativos que han posibilitado la emergencia de lo nuevo, procesos donde integrar diferencias, perspectivas y deseos para armar un proyecto común .

Creo que tengo la piel suficientemente marcada por los zarpazos de empresas e instituciones con las que he compartido procesos de desarrollo y cambio. Soy consciente que algunas heridas no se cerraran nunca del todo. Esas heridas me hacen ser el profesional que soy, el hombre que soy a la mitad de mi vida, me ofrecen el descanso de la humildad y la consciencia de lo que puedo y no puedo posibilitar.

Mas allá de todas las frustraciones y decepciones sigo creyendo en las organizaciones, en su posibilidad humanizadora, en su capacidad de contener y trasformar las limitaciones de nuestras personas y de encontrar la forma de establecer vínculos desde los que poder abrir los futuros posibles.

Cada vez soy más consciente que estas batallas no pueden librarse desde liderazgos visionarios, ni desde la clarividencia de expertos, ni desde la omnipotencia de los jefes.

Las resistencias que anidan en el alma de las empresas precisan un trabajo que solo es posible desde equipos de cambio, equipos que permitan pensar la complejidad que anida en el fondo de cada grupo humano.

Lo individual difícilmente puede afrontar la virulencia que genera la resistencia de las organizaciones a poder pensar aquello que precisamente no puede ser pensado.

Desde estas premisas me embarco en esta nuevo viaje, en la nave de espacio potencial, viaje que he retrasado tanto tiempo, viaje deseado y temido.

Intentare desde este blog ir haciendo crónica de todo lo que me suceda desde ahora gracias por acompañarme.

JUAN MIGUEL RUIZ. CONSULTOR DE ORGANIZACIONES Y COACHING